miércoles, 1 de noviembre de 2023

Prosa de la calavera (Poema de José Emilio Pacheco)

 


Prosa de la calavera

Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué
tengo que decir a voces? Que toda carne es
hierba, y toda su gloria como flor de campo.
Isaías 40,6
  [VERSIÓN DE CASIODORO DE REINA
Y CIPRIANO DE VALERA]

A Miguel de Cervantes

Como Ulises me llamo Nadie. Como el demonio de los Evangelios mi nombre es Legión.

Soy tú porque eres yo. O serás porque fui.

Tú y yo, nosotros dos, vosotros, los otros, los innumerables ustedes que se resuelven en mí.

Mi imagen omnipresente en Tenochtitlan, recordaba a todos y a toda hora la conciencia del fin, el fin de cada azteca y del mundo azteca.

Después me volví lugar común para simbolizar la sabiduría. Lo más sabio suele ser lo mas obvio. Y como nadie quiere verlo de frente, nunca estará de sobra repetirlo:

No somos ciudadanos de este mundo sino pasajeros en tránsito por la tierra prodigiosa e intolerable.

Si la carne es hierba y nace para ser cortada, soy a tu cuerpo lo que el árbol a la pradera. Ni invulnerable ni perdurable, resisto un poco más y eso es todo.

Cuanto tú y los nacidos en el hueco del tiempo que te fue dado en préstamo terminen de representar su papel en el drama, la farsa, la comedia y la tragedia, permaneceré por unos años desencarnada.

Serena máscara, secreto rostro que te niegas a ver -aunque lo sabes íntimo y tuyo y siempre va contigo-, yo soy tu cara auténtica, la que más te aproxima a tus semejantes.

En fugaces células que a cada instante mueren por millones tengo adentro cuanto eres: tu pensamiento, tu memoria, tus palabras, tus ambiciones, tus deseosa, tus miedos, tus miradas que a golpes de luz erigen la apariencia del mundo, tu entendimiento de lo que llamamos realidad.

Lo que te eleva por encima de tus hermanos martirizados, los animales, y lo que te sitúa por debajo de ellos: la señal de Caín, el odio a tu propia especie, tu capacidad bicéfala de hacer y destruir, hormiga y carcoma.

En vez de temerme o ridiculizarme por obra de tu miedo deberías darme las gracias. Sin mí, qué cárcel sería la vida en la tierra. Qué tormento si nada cambiara ni envejeciera y durante siglos de desesperación sin salida la misma gente diera vueltas a la misma noria.

Gracias a mí todo es valioso porque es irrepetible y efímero.

Único es todo instante y cada rostro que florece un segundo en su camino hacia mí.

Porque voy con ustedes a todas partes. Siempre con ella, con él, contigo, esperando sin impaciencia ni protesta.

Los ejércitos de mis huesos han forjado la historia. De la pulverización de mis añicos está amasada la tierra. Reino en el pudridero y en el osario, en le campo de batalla y en los nichos en donde por breve tiempo se venera a las víctimas de lo que ustedes llaman gloria.

Y no es sino la maligna voluntad de negarme, el afán estúpido de creer que hay escape y por medio de actos y obras alguien puede vencerme.

Actos y obras cargan también su sentencia de muerte, su calavera invisible: último precio de haber sido.

Contigo, hermana mía, hermano mío, me formé de tu sustancia en el vientre materno. Volverás a la oscura tierra. Yo que en cierta forma soy tu hija, heredaré la nada de tu nombre. Seré tus restos, tus despojos, tus residuos, tus sobras: testimonio de que por haber vivido estás muerto.

Así, quién lo diría, yo, máscara de la muerte, soy la más profunda entre tus señales de vida, tu huella final, tu última ofrenda de basura al planeta que ya no cabe en sí mismo de tantos muertos.

Estaré aquí poco tiempo de cualquier modo muy superior al que te concedieron.

A menos que me aniquiles junto a tu carroña, aceleres por medios técnicos o por lo imprevisible el proceso que conduce a nuestra última patria: la ceniza de que los dos estamos hechos.

Si desapareciera contigo me privarías de la última voluptuosidad: creerme superior a los gusanos que devoran a los devoradores del mundo y apenas me rozan con sus viscosidades. (Me siento afín a ellos porque soy innombrable).

Pero mientras la carne me disfraza y las células ocultas me electrifican soy (si bien nada más para ti: cada uno / cada una) el ombligo del mundo, el centro del universo.

Toda belleza y toda inteligencia descansan en mí. Sin embargo me repudias, me ves como señal del miedo a los muertos que se resisten a estar muertos y del terror de la muerte llana y simple: tu muerte.

Porque sólo puedo salir a flote con tu naufragio. Sólo cuando has tocado fondo aparezco, aunque a cierta edad ya me anuncio en los surcos que me dibujan, en las canas que anticipan mi amarilla blancura.

Yo, tu verdadera cara, tu rostro final, tu apariencia última que te hace Nadie y te vuelve Legión, hoy te ofrezco un espejo y te digo:

Contémplate.

 

Poema extraído de:



martes, 27 de octubre de 2020

Libros (Poema de Mario Benedetti)

 


Quiero quedarme en medio de los libros
vibrar con Roque Dalton con
Vallejo y Quiroga
ser una de sus páginas
la más inolvidable
y desde allí juzgar al pobre mundo

no pretendo que nadie me encuaderne
quiero pensar en rústica
con las pupilas verdes de la memoria franca
en el breviario de la noche en vilo
 

mi abecedario de los sentimientos
sabe posarse en mis queridos nombres
me siento cómodo entre tantas hojas
con adverbios que son revelaciones
sílabas que me piden un socorro
adjetivos que parecen juguetes

quiero quedarme en medio de los libros
en ellos he aprendido a dar mis pasos
a convivir con mañas y soplidos vitales
a comprender lo que crearon otros
y a ser por fin este poco que soy

 

Extraído de:


 

viernes, 28 de agosto de 2020

Este dolor, raíz, esencia... (Poema de Idea Vilariño)

 


Este dolor, raíz, esencia de este
pobre cuerpo que habito, que soy,
que me hace ser,
este dolor sin ecos,
de pétalo arrancado,
que a veces totalmente se vacía en mi forma,
que es como una ventana cerrada al infinito.
Este dolor oscuro, rasgado, delirante,
este dolor que a veces tiene mi misma forma,
que me hace creer que soy,
sin cuerpo, sin sentidos, sin dolor,
sólo un grito en la sombra.
Este dolor de fuego quemando mis paredes,
consumiendo mis noches en su llama amarilla,
este dolor de grito desgarrado,
de luna destrozada.
Este dolor, mi vida, esta agonía.
Este dolor, mi cuerpo.

martes, 11 de agosto de 2020

Me voy (Poema de Roque Dalton)

 

Me voy          

Me voy.
Me acuden las palabras
y las piedras
y el aire.

Beso los vituperios y la hierba,
acostúmbrome al odio, amo la lucha,
mato a mi hermano si mi hermano mata,
reivindico la música del pino,
lo noble en la lujuria nupcial,
tomo las manos de los hijos incrédulos
y los llevo al espejo a escucharse la sangre,
huyo de las espinas que me amaron,
me reconozco obligatoriamente al despertar
paso revista a los fervientes huesos
que soportaron mi existencia de ciego,
me pregunto por ti, recuerdo tu hambre,
te robo un mínimo puñado de dolor,
camino después de hoy, os amo a todos,
os amo a todos, caminad conmigo...